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Interceptaron una avioneta narco con patente boliviana y secuestraron 450 kilos de cocaína

ROSARIO.- Ayer, pasadas las 19 horas, una avioneta Cessna, patentada en Bolivia, aterrizó en un campo y los tripulantes huyeron. Los esperaba una camioneta y desaparecieron, pero abandonaron la aeronave con 450 kilos de cocaína, una carga que fue secuestrada por los agentes de Gendarmería Nacional que llegaron minutos después.

Así lo informaron a LA NACION fuentes judiciales. Lo llamativo de este caso es que el vuelo de la avioneta fue detectado por la Fuerza Aérea en Santiago del Estero y un avión militar habría obligado a la aeronave narco a descender. Fuentes judiciales advirtieron que la presunción es que el Cessna descendió en un lugar cerca de Luis Palacios, a unos 50 kilómetros de Rosario, donde esperaban la carga, que fue abandonada por los narcos.

Esta versión, de que la avioneta fue interceptada, la confirmó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien publicó en su cuenta de X (ex-Twitter) que “las Fuerzas Armadas interceptaron una aeronave no autorizada en el espacio aéreo argentino” y que luego se solicitó su descenso.

Y agregó: “Las fuerzas de seguridad realizaron la inspección correspondiente, incautando 480 kilos de cocaína durante un operativo conjunto”. Lo mismo escribió en X el ministro de Defensa, Luis Petri. En la fiscalía federal de San Lorenzo detallaron que se incautaron de 450 kilos.

Hoy, Bullrich y Petri participaron de la conferencia de prensa habitual del vocero presidencial, Manuel Adorni.

“Es el operativo más importante y más exitoso que registra la Argentina, en una operación compleja de la que participó la Fuerza Aérea, el Comando Conjunto Aeroespacial y la Gendarmería Nacional. No tiene antecedentes en el país. Por eso creemos que es trascendental el cambio de rumbo que se dio a partir del 10 de diciembre pasado con instrucciones muy claras y precisas del presidente Javier Milei de dar una lucha sin cuartel contra el narcotráfico”, sostuvo el ministro Petri.

Según Petri, todo comenzó ayer, a las 14.46, el “recientemente inaugurado” radar de Tostado detectó un “eco” a 40 kilómetros al noreste de su ubicación.

A las 15 horas identificó que se trataba de una avioneta que había ingresado en el espacio aéreo argentino vía Bolivia y se denominó como un “tránsito aéreo irregular”, explicó Petri.

Petri dijo que se ordenó que se desplacen “dos aviones tucanos” que estaban en Reconquista. A partir de las 15.35 logran la interceptación de la aeronave. “Una persecución inédita”, afirmó el ministro.

Por su parte, Bullrich afirmó: “Es muy importante entender que la lucha contra el narcotráfico se tiene que dar en todos los niveles: a nivel terrestre, en las fronteras, por agua y por aire. Esta realidad de haber logrado interceptar un primer tráfico aéreo ilegal. Evidentemente, esta lógica de entrar pro aire es el intento de evitar los controles terrestres y fluviales que hacemos desde las fuerzas de seguridad”.

La ministra de Seguridad explicó que en la avioneta, además de secuestrar la cocaína, se encontraron tanques suplementarios con combustible. “Ahora estamos detrás de los narcotraficantes. Esta forma de operación entre la Fuerza Aérea y la Gendarmería Nacional es la forma en la que vamos a lograr el tercer vector de control de entrada de droga en el país, que es el control aéreo”, sostuvo Bullrich.

En diálogo con LA NACION, el fiscal federal Claudio Kishimoto dijo que la investigación recién está en una etapa preliminar, pero advirtió que se va a seguir la pista del sello que tenían los panes de cocaína secuestrados en Luis Palacios. El funcionario judicial aseguró que los paquetes de droga tenían la marca de un toro.

“Presuntamente, la avioneta fue detectada con un ingreso ilegal al espacio aéreo argentino desde Santiago del Estero. La venían siguiendo los diferentes radares y en el último tramo la Fuerza aérea lo conmina a bajar a tierra, y baja en este lugar”, precisó el funcionario judicial y consideró sobre el punto de aterrizaje: “Yo creo que era el lugar en donde iba a aterrizar, de alguna manera iba a aterrizar en ese lugar”.

La cocaína fue secuestrada por la Gendarmería Nacional@PatoBullrich

“Entre el tiempo que la avioneta aterriza y que llega el personal de Gendarmería que había sido avisada, pasaron 20 minutos y se presume que el piloto del avión se sube a una camioneta y se va”, comentó el fiscal sobre la huida de quien piloteaba la aeronave.

Y en diálogo con programa Radiópolis, el fiscal Kishimoto sostuvo: “Desde 2017 que estoy en Rosario y siempre se hablaba de los aviones que aterrizaban, que tiraban la droga, que había pistas de aterrizaje clandestinas, panes de drogas tirados en algún campo, pero este fue un dato más certero y eso fue lo interesante, que tan cerca de Rosario se haya detectado el aterrizaje de una avioneta como esta, que necesita unos 150 metros, no necesita una pista de aterrizaje. Llamó la atención que fuera tan cerca de Rosario.

Uno de los narcos que tuvo contactos con grupos criminales internacionales es Fabián Calavera Pelozo, detenido actualmente en la cárcel del Ezeiza, donde está alojado en un pabellón de alto perfil. Una de las miradas en la investigación busca vincular estos vuelos y los antecedentes que se analizan son los de Pelozo.

Hace dos semanas sumó un nuevo procesamiento en su contra. El juez federal Carlos Vera Barros lo procesó por considerarlo organizador del tráfico de 464 kilos de cocaína que fueron secuestrados el 1 de julio pasado cerca de la localidad de San Justo.

Uno de los puntos más llamativos de esta causa es que también fue procesado el abogado Gregorio Pérez, quien visitaba a Calavera en la cárcel y –según los investigadores de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), como Diego Iglesias y Matías Scilabra- era quien pasaba los mensajes a otros integrantes de la organización criminal.

Pelozo apuntaba a transformarse en el primer narco santafesino con trascendencia internacional. Se sospecha que esa cantidad de droga que fue incautada a su gente, 464 kilos de cocaína de máxima pureza, tenían como destino el contrabando internacional por los puertos del Gran Rosario.

Pelozo arrancó en el mundo narco trabajando para Esteban Lindor Alvarado, una persona que nunca logró conservar sus aliados e, incluso, hasta sus empleados por su enfermiza desconfianza. Calavera logró transformarse en una figura autónoma, sin ser el dueño de la droga. Este hombre desarrollaba unao de las tareas más complicadas en este rubro criminal que es la logística.

Más allá de sus habilidades en este negocio criminal, también mostró una violencia descarnada y sin límites, cuando envió a un grupo de sicarios de Rosario a una cacería humana en el conurbano bonaerense.

Ese grupo “comando” que se movía en cuatro autos y camionetas debía encontrar a dos hombres que se habían animado a robar una camioneta Toyota SW4 del estacionamiento del penal de Ezeiza. Se sospecha que ese vehículo tenía mucha relevancia para Calavera, porque en su interior había algo de mucho valor: lingotes de oro. Los investigadores no saben cuántos y qué valor tenían. El misterio seguirá porque nunca Pelozo los pudo recuperar.

Después de hacer inteligencia en el conurbano, y ubicar a Silvio Vitullo y Diego Segura, los sicarios rosarinos quemaron vivos a estos dos hombres dentro de un utilitario Berlingo. Los cuerpos fueron encontrados maniatados y, según las pericias, los dos hombres fueron incinerados cuando aún estaban con vida. La saña y la venganza con la que asesinaron a estas dos personas delinea el poder de Pelozo, que los investigadores de la Procunar, que realizaron la pesquisa, exponen como el primer narco argentino con ínfulas de conformar un cartel internacional de tráfico de drogas.

No se logró determinar qué guardaba esa camioneta Toyota SW4 que robaron Vitullo y Segura. La sospecha es que contenía algo de mucho valor, como cocaína, dinero o lingotes de oro, como trascendió. Tampoco los investigadores consiguieron determinar por qué la habían llevado al parking del penal de Ezeiza. Estos misterios persisten, pero lo que sí lograron determinar los fiscales de Procunar es que desde 2019 Pelozo ganó peso y poder dentro del narcotráfico en la Argentina al “mover” grandes cantidades de cocaína con destino al exterior, a través de los puertos de Rosario y Zárate, provincia de Buenos Aires.

Según la investigación judicial, Pelozo siempre se las arregló dentro de la cárcel para utilizar celulares y tener contacto con los miembros de su banda. Pero tras los mayores controles que implementó el Ministerio de Seguridad de la Nación contra los presos de alto perfil de los penales federales, Calavera tuvo que usar el ingenio para no perder el contacto con la organización. Usó a un abogado rosarino, que lo defendió hasta el año pasado, Gómez, para que fuera el mensajero. Por su rol de abogado, Gómez podía entrar a la cárcel y tener contacto con Pelozo cualquier día.

Gómez era quien luego informaba de las directivas a los otros miembros de la banda, entre ellos, Carlos Suárez, que fue detenido el 21 de julio en Rosario, acusado de ser el que lideraba el cargamento de 460 kilos de cocaína que fue secuestrado en San Justo. El 1º de julio pasado, cuando trasladaban el cargamento de droga, Suárez le confesó a su esposa que estaba “re nervioso” y que cuando estaba así no podía comer nada, sólo “tomar agüita”. Horas después, estado de ánimo le sugirió que algo andaba mal. Él iba adelante para detectar si la ruta estaba limpia de gendarmes. Llamó a Gómez y le dijo: “Estoy en un bar rosa, que se llama Carolina. Están a cien metros del control. Se pueden meter en un pueblito y buscar un lugar para dormir. Metan la chata y salimos a la madrugada”. El aviso fue en vano, porque el cargamento cayó en manos de Gendarmería. Veinte días después fue detenido Suárez cuando estaba reunido con dos integrantes de la barra de Rosario Central, que después fueron liberados. Gómez fue detenido este viernes, acusado de conformar la asociación ilícita que lidera Pelozo, a quien había visitado en la cárcel los días 7, 15 y 20 de junio, previos al envío del cargamento de 460 kilos de cocaína. Se sospecha que el letrado recibía los detalles para “mover” la droga.

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