Marina Inés Trípodi tenía 38 años y dos hijas. Era contadora y cumplía funciones en el por entonces Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, cuando fue asesinada, a fines de febrero de 2023. En las últimas horas, fue condenado a prisión perpetua Jonathan Bin, su novio y compañero de trabajo.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) porteño N°26 encontró culpable a Bin de “homicidio agravado por haber mediado una relación de pareja, por haber sido cometido con alevosía, ensañamiento y contra una mujer por un hombre mediando violencia de género (femicidio), en concurso ideal con el delito de abuso sexual con acceso carnal”.
Así lo informó el sitio de noticias de la Procuración General de la Nación, www.fiscales.gob.ar. El fallo de los jueces Maximiliano Dialeva Balmaceda, Carlos Rengel Mirat y Julio Pablo Quiñones, estyvi en línea con lo que había solicitado la fiscal general Diana Goral.
El sábado pasado fue asesinada en su departamento de Constitución. La maniataron, la golpearon y la amordazaron. Tres días después del crimen fue detenido su novio, un hombre de 37 años que también trabajaba en el organismo nacional y que fue identificado como Jonathan Bin.
En el juicio, Goral recordó que Bin y Trípodi se conocieron en el ámbito laboral, dado que ambos trabajaban en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. El imputado se desempeñaba en la Dirección de Infraestructura y Servicios Generales, aunque había sido trasladado a la Dirección General de Gestión de Recursos Humanos, misma área donde cumplía funciones la víctima.
A partir del relato brindado por un hermano, una hermana y la cuñada de la víctima, se pudo establecer que Trípodi estaba en pareja con Bin desde hacía siete u ocho meses y que faltaba un mes para que el 27 de marzo de 2023 contrajeran matrimonio. La pareja no convivía, sino que el imputado se quedaba a dormir algunas noches en la casa de la víctima -quien tenía dos hijas adolescentes de una relación anterior-, y otras lo hacía en su domicilio de Hurlingham.
De acuerdo a lo reconstruido en el debate y a la acusación que al momento de requerir la elevación a juicio oral formuló la fiscal Laura Belloqui, el femicidio ocurrió entre las 21 y las 22 del 24 de febrero de 2023 en el interior de la vivienda de Tripodi, situada en Pedro Echagüe al 1100 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“El imputado propinó una gran cantidad de golpes en todo el cuerpo de la víctima -rostro, cabeza, pecho, abdomen, brazos-, le colocó una soga alrededor del cuello y la boca, que enlazó además con sus manos y la ató por detrás de la espalda, reforzó esa atadura con cinta adhesiva alrededor de su boca y cuello y abusó sexualmente de ella”, puntualizó la fiscalía.
La autopsia determinó que la muerte de Trípodi fue causada por “politraumatismo y hemorragia interna y externa” y los médicos del Cuerpo Médico Forense describieron más de 20 lesiones entre excoriaciones, equimosis y desgarros.
“La violencia desplegada sobre el cuerpo de la víctima, por su intensidad inusitada, tuvo la indudable finalidad de provocarle la muerte, de un modo dirigido inequívocamente a ocasionarle dolor y sufrimiento y, además, para reducir su capacidad de defensa, de modo tal de actuar sobre ella sin ningún tipo de riesgo para sí mismo”, sostuvo la fiscal en el requerimiento de la fiscalía.
Uno de los elementos de prueba destacados por la fiscal Goral y reproducidos en el debate, fueron una serie de mensajes autoincriminantes que, aún prófugo, el propio Bin le envió a través de WhatsApp primero al hermano de su pareja y luego a la hermana.
“Tu hermana me trato siempre como una basura”; “me trataba como un trapo de piso y se reía en mi cara”; “Yo ya tengo decidido quitarme la vida, a la cárcel no pienso ir; “¿qué onda tu hermana? ¿está viva?”, son algunos de los mensajes de texto que envió a horas de cometido el crimen y cuando aún estaba prófugo.
En otros, afirmó: “Bien merecido se tiene lo que le hice”, “¿Sabés qué me siento? El odontólogo Barreda, tal cual!”, en referencia al múltiple homicida platense -ya fallecido-, que en 1992 asesinó a su esposa, sus dos hijas y su suegra.
La fiscalía planteó que la actitud asumida por el imputado con posterioridad al crimen y el contenido de este tipo de mensajes demostraban no solo un reconocimiento explícito de la autoría del hecho, sino también “un desprecio absoluto por la vida de la víctima, una visión misógina respecto de ella, de las mujeres que formaban parte de su entorno y de la figura femenina en general”, según informó www.fiscales.gob.ar.
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