1. La herencia recibida tiene fecha de vencimiento.
El exsecretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, decía que “los problemas heredados por un gobierno, si al año no los ha solucionado, son sus problemas”. O sea, a hacerse cargo los políticos que ganan elecciones y asumen la responsabilidad de conducir un país. Un exministro de Economía de Argentina lo ponía aún en términos más duros: “En política y economía no hay beneficio de inventario”. Kissinger, que fue asesor del gobierno de Richard Nixon, heredó una guerra controversial en Vietnam y por la solución que tomó (un acuerdo de paz que le valió el Nobel en 1973) fue duramente criticado.
2. Pragmatismo para saber adaptarse.
En su último libro, Liderazgo (2022), Kissinger cuenta que recibió en Washington a la primera ministra israelí Golda Meir después de la guerra de Yom Kipur. La dirigente estaba preocupada no solo porque había quedado demostrado que Israel era una nación vulnerable en un territorio hostil sino porque ahora Egipto aparecía como un socio aceptable para Estados Unidos.
– Meir: Nosotros no empezamos la guerra…
– Kissinger: Madame Primera Ministra, enfrentamos una situación muy dramática. Fíjese usted que no empezaron la guerra pero tienen la necesidad de tomar decisiones sabias para proteger la supervivencia de Israel.
– Meir: Está diciendo que no tengo opción.
– Kissinger: Le estoy diciendo que enfrentamos la situación que describo.
El exsecretario escribió lo siguiente en su último libro a raíz de este episodio con Meir. “Pretender la autonomía total es una forma de nostalgia para cualquier nación, la realidad dicta a cada país, aun en los más poderosos, adaptarse a las capacidades y objetivos de sus vecinos y rivales. No queda otra”.
3. Academia versus función pública.
Kissinger se volvió políticamente influyente en la década de 1960 como principal asesor de política exterior del gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller. Cuando Rockefeller perdió su intento por la nominación presidencial republicana en 1968, Kissinger parecía destinado a regresar a la academia. Había estudiado en Harvard luego de participar en la Segunda Guerra. En lugar de ello, Richard Nixon –rival de Rockefeller– nombró a Kissinger asesor de seguridad nacional.
“Pero Kissinger es profesor”, objetó Dwight Eisenhower. “Y a los profesores se les pide que estudien cosas, pero nunca los pones a cargo de nada”.
“Kissinger rápidamente demostró ser un hábil burócrata”, escribió el historiador británico Niall Ferguson.
Mantuvo proximidad y conversaciones periódicas con el presidente. Construyó una red con el periodismo que incluía a los hermanos periodistas Joseph y Stewart Alsop y a la editora del Washington Post, Katharine Graham. Y alentó a que Nixon confiara en George Shultz como secretario del Tesoro, su ministro de Economía que terminó con el tipo de cambio fijo (el patrón oro de Bretton Woods) luego de tres días de deliberaciones en Camp David. “Si tuviera que elegir a un ciudadano a quien confiar el destino del país en una crisis sería a él”. El 15 de agosto de 1971 se suspendió la convertibilidad del dólar oro.
4. Crear condiciones para implementar una idea.
“Margaret Thatcher cuando llegó Downing Street 10 era una outsider total”, escribió Kissinger. “No tenía experiencia de gobierno, no estaba al tanto de las necesidades del país ni había recorrido su territorio y su experiencia en relaciones internacionales era despreciable”. Para Kissinger fue “su aproximación única al concepto de liderazgo su principal recurso en circunstancias tan adversas”. No fue el concepto de sus ideas y su ideología la novedad de Thatcher sino su implementación. “El coraje político estuvo no en llevarlas a la práctica sino en crear las condiciones que hicieron posible ponerlas en práctica”. Según Kissinger, “para estar absolutamente seguro de algo uno debe saber todo o nada del tema”.
5. Tiempo para distraerse.
“No me vaya a llevar a visitar una planta industrial o una obra pública de las que he tenido que ver tantas en mis viajes por todo el mundo”, le dijo Kissinger al ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo “Joe” Martínez de Hoz, unos días antes de que empezara el Mundial de Fútbol en la Argentina, en 1978. El argentino llevó al ya por entonces ex secretario de Estado (Jimmy Carter era presidente de EE.UU. y reemplazó a Kissinger por Cyrus Vance) a ver Argentina-Perú. “Me sorprendió el público, pero más aún su corrección porque había poca distancia entre los jugadores y las personas”, comentó a la salida del estadio a grupo de periodistas. Kissinger era uno de los que había capitalizado el Cosmos de Nueva York, uno de los primeros equipos de fútbol de Estados Unidos, que contrató a Pelé y a Franz Beckenbauer.