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El pacto árabe anti-Irán respaldó plenamente a Israel

Irán lanzó el 1er ataque directo contra Israel desde su territorio, y lo hizo como respuesta al asalto que desató el Estado Hebreo contra su Embajada en Damasco (Siria) el 1 de abril, en que eliminó a la conducción de la Fuerza Quds de la Guardia Islámica Revolucionaria (GIR), incluyendo a sus siete integrantes principales encabezados por el General Reza Zahedi, sucesor del renombrado Qasem Soleimani, liquidado en enero de 2020 por orden del presidente Donald Trump.

Hay que agregar que la Embajada Iraní en Damasco era considerada por las fuerzas de defensa israelíes como una parte integrante del territorio del Estado Persa, y su destrucción implicaba un inequívoco desafío a la soberanía de la República Islámica.

Esta percepción colocaba en un dilema estratégico crucial al gobierno de Teherán, porque si respondía con un asalto al territorio de Israel – como finalmente ocurrió – se aseguraba que la respuesta del Estado Hebreo iba a constituir inexorablemente golpes profundos y destructivos en diversos puntos del territorio persa.

En el caso de no responder a la explícita provocación israelí, Irán perdía toda credibilidad en Medio Oriente, en especial frente a sus socios y colaboradores como Hamas, Hezbollah, y los hutíes.

Finalmente, en la madrugada del sábado 13 de abril, Irán se decidió y quebró el dilema, y lanzó más de 350 proyectiles contra el territorio de Israel, entre ellos 170 drones, 130 misiles balísticos, y 35 misiles crucero, que llevaban una carga de más de 40 toneladas de explosivos.

El ataque iraní a Israel fue un rotundo e inequívoco fracaso estratégico y operativo, y más de 99% de sus unidades resultaron destruidas antes de ingresar al espacio hebreo, en un operativo de formidable eficacia de las fuerzas de defensa acompañadas por sus aliados de EE.UU, Francia, y Gran Bretaña, además de – y este es un dato estratégico central – de diversos países árabes de la región, alguno de los cuales brindaron la colaboración activa de sus fuerzas aéreas, como fue el caso de Jordania, en tanto otros abrieron sus espacios aéreos a la aviación israelí, como hicieron Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, y Bahréin.

Esto reveló que ha reaparecido en gran escala la red de seguridad del pacto anti-Irán en Medio Oriente, que fue lo que permitió a Donald Trump construir el primer acuerdo de paz y de reconocimiento diplomático entre Israel y los países árabes (“Acuerdos de Abraham” /13-08-2020).

En suma, el gobierno de Benjamín Netanyahu ha sido favorecido en el momento más crítico de la historia del Estado por la reaparición del dato estratégico crucial de Medio Oriente que es el pacto de seguridad anti-Irán.

El asalto iraní ha puesto de relieve que Israel no está aislado en el mundo árabe por su ofensiva contra Hamas en la Franja de Gaza, que ahora se encuentra en su etapa final destinada a destruir las últimas cuatro brigadas de la organización, situadas en Rafah, en la frontera con Egipto.

A esto hay que agregar un extraordinario fenómeno de opinión pública que es el vuelco drástico experimentado en 24 horas por la opinión internacional y los grandes medios de comunicación en contra de Irán y a favor del Estado de Israel.

El resultado es que hoy Israel cuenta con un amplio respaldo global frente a Irán, al tiempo en que se ha modificado profundamente el cuadro estratégico de Medio Oriente con la reaparición de su dato fundamental que es el pacto anti-Irán.

Conviene precisar que el respaldo del Pentágono a Israel, realizado a través del Comando Central encargado de la seguridad en Medio Oriente, fue crucial para el Estado Hebreo el fin de semana pasado, y fue más allá de las variaciones del gobierno de Joe Biden frente al premier Netanyahu provocadas por las exigencias de la política doméstica en un año electoral.

En síntesis, la total autonomía estratégica de Israel y del gobierno de Netanyahu sigue siendo la variable independiente – y dominante – de la guerra de Medio Oriente.

Hay que dar como un hecho la respuesta de Israel al frustrado ataque de Irán, y lo que está en discusión en el gobierno de Netanyahu es el cuándo y el cómo de lo que puede ser una operación inminente.

Un indicio de las opciones que maneja Israel fue el discurso realizado ante el Consejo de Seguridad por su embajador Gilad Erdan, cuando adujo en la reunión de urgencia del domingo a la mañana que “Irán está más cerca que nunca de la bomba nuclear”, sin hacer prácticamente referencia a los misiles iraníes sobre su territorio.

Lo más probable es que Israel desate una campaña de acción diplomática y política para poner término al programa nuclear de Teherán, y culmine su operación política/estratégica con una ofensiva militar contra sus principales instalaciones nucleares, todas ellas alejadas de los grandes centros urbanos porque el objetivo del gobierno israelí es provocar el menor número posible de bajas civiles.

La historia de la guerra en Medio Oriente, y en especial la puja existencial entre Israel y la República Islámica, recién comienza a escribirse con los trágicos trazos de las operaciones bélicas.

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