Mientras buena parte del sector empresario medio, y también en ámbitos laborales de la industria, avizoran un panorama sombrío para el año que se inicia, el gobierno insiste en mostrar una mirada muy positiva con respecto a los resultados de su primer año de gestión, en particular de su plan económico. Con cifras generalmente cuestionables, Javier Milei, Luis Caputo y varios funcionarios en la órbita del Ministerio de Economía, repiten la visión de una economía no sólo con un nivel de inflación en caída, sino además con “salarios y jubilaciones subiendo, pobreza e indigencia en baja, y una recuperación en forma de V de la actividad económica”. Justamente, todo lo opuesto que denuncian sectores del empresariado pyme que empiezan a hacer oir su discrepancia con ese discurso oficial.
Según la lectura oficial, después de tocar su piso, la economía rebotó y crece a la misma velocidad con la que cayó en la etapa anterior (eso es lo que le daría la forma de V al gráfico de evolución de la actividad).
Gustavo Casciotti, presidente de Apyme Mar del Plata, no sólo discrepa sino que advierte sobre una intencionalidad de la política económica. “Al gobierno no le interesa recuperar el mercado interno, sino favorecer la especulación financiera”, expresó esta semana al hacer un análisis de la actual situación. Apyme, la Asamblea de la Pequeña y Mediana Empresa, es una de las pocas entidades del sector pyme con representación en todo el país.
“El gobierno estaba esperando ansioso el índice de inflación de diciembre, esperando que fuera menor al 2,5 por ciento para cumplir el compromiso de bajar el ritmo de devaluación mensual del 2 al 1 por ciento, con la pretensión de reforzar el ancla inflacionaria”, sostuvo Casciotti, quien agregó que no lo logró (fue del 2,7 por ciento el aumento del IPC), pero igual dispuso la baja a la mitad del crawling peg.
“De esta forma, se profundiza también la pérdida de competitividad”, subrayó Casciotti, tanto de los productos nacionales que se venden al exterior como de los que deben competir en el mercado interno con los importados. Es decir, si los costos internos aumentan al ritmo de la inflación, pero los productos importados lo hacen al ritmo de la devaluación, estos últimos se verán favorecidos frente a los productos nacionales y le irán sacando cada vez una mayor proporción del mercado local. Un mercado interno que, además, globalmente va reduciendo su nivel de demanda.
“Es evidente que el nivel de inflación resulta para este gobierno una variable al servicio del rompecabezas financiero, para asegurar ganancias al mercado especulativo, en lugar de constituir un valor que determina, en función del ingreso de las familias, la posibilidad de acceder o no a una canasta básica para no ser pobre o aspirar a mejores niveles de ingresos”, señaló el titular de APYME Mar del Plata.
En el altar de la inflación, el gobierno no sólo está ofreciendo el sacrificio de sectores industriales que resultarán atomizados por la reducción de la demanda y la competencia importada, sino que además la inversión productiva en general sufre el mismo camino. Con un dólar pisado, el mayor atractivo para los capitales será cambiar sus dólares por pesos para colocarlos en inversiones especulativas por un tiempo, y luego convertir esos rendimientos en pesos otra vez en dólares, antes de que todo el modelito financiero explote con una brutal devaluación.
¿Puede explotar este modelo? Muchos opinan que sí, el mayor debate se da en torno a “cuándo”. Es apreciable que el gobierno ha logrado despejar del corto plazo ese temor a la explosión, con la sensación ya ganada de que “el dólar se mantendrá estable al menos durante 2025”. ¿Qué resulta de esto? Que el gobierno llega a las elecciones de octubre sin que le explote el modelo, pero a la vez le impone a la economía la condición de que la inversión especulativa seguirá predominando por sobre toda opción productiva ligada al mercado interno.
Casciotti, de Apyme, lo expresa en estos términos. “Una visión que priorizara al conjunto y a los sectores productivos nacionales, procuraría, en función del amesetamiento de los precios, la recuperación de un consumo que continúa atrasado y que sería clave para activar el mercado interno, del que dependen el enorme universo de Micropymes que generan más del 70 % del trabajo formal del país”. En vez de eso, se toman medidas que alientan la competencia de productos importados en el mercado interno y el mantenimiento de las divisas en el país por vía de mejorarle la rentabilidad a las colocaciones especulativas.
La industria cerró el año 2024 con una caída del nivel de actividad de casi el 11 por ciento respecto del año previo. Si hubiera habido una recuperación en V, no se explicaría que la utilización de capacidad instalada (nivel de ocupación de fábrica contra su máximo potencial) estuviera todavía apenas por arriba del 50 por ciento. Ya son decenas las empresas de mediano porte que, ante la caída en picada del mercado interno, decidieron cerrar definitiva o temporalmente, suspender personal o meditar la posibilidad de reemplazar la producción por la importación de los artículos con los que hoy compiten.
La recuperación del salario privado de la que habla el gobierno es una falacia, consistente en calcular el salario promedio de los que siguen cobrando (a los que le siguen haciendo aporte), aunque sean 180 mil menos de los que eran hace un año.
La crisis no perdona casi a ningún rubro. La otrora poderosa industria automotriz es una de las que está sufriendo en forma más descarnada el avance de la importación, tanto de vehículos terminados como de autopiezas. Y el colapso se expande hacia toda la industria metalúrgica en general como un manchón de aceite.
Algunas industrias fueron implementando “paradas de planta”, licencian por vacaciones al personal, pero se encuentran con sobrestock –por caída de ventas durante 2024– que no está claro como se irá reduciendo si no hay repunte importante de la demanda, un panorama que nadie anticipa.
“Habrá que ver qué pasa a la vuelta de vacaciones”, comentó un dirigente gremial al respecto. “Si no hay un cambio en la situación del mercado, en la mayoría de los casos nos vamos a encontrar con suspensiones y procedimientos preventivos de crisis; las vacaciones postergaron el desenlace, febrero es como un mes bisagra”, avisa.