El crecimiento exponencial de Vaca Muerta de los últimos años trajo consigo un problema poco discutido en el país, pero que toma relevancia a nivel mundial. Se trata de la quema de gas o, más coloquialmente dicho en el sector, el venteo, que son las antorchas típicas que se ven en las zonas petroleras de Neuquén.
El venteo (o flaring, en inglés) ocurre en general durante el proceso de producción de petróleo: el líquido extraído llega con gas asociado y, como no hay infraestructura para evacuarlo, se quema y eso amplifica las emisiones de carbono. Se trata en realidad de una falla del mercado, como dicen los economistas: como construir un gasoducto para llevar el gas a los centros de consumo no es económicamente sostenible (es más caro que su valor de mercado), resulta más práctico quemarlo y monetizar solo el petróleo.
Al gas, a diferencia del petróleo, no se lo puede almacenar fácilmente. Se lo tiene que licuar para pasarlo de su estado natural a líquido, lo cual también es costoso. Por esa razón, la mayoría de las empresas lo queman.
Según un informe del Banco Mundial, la Argentina es el país que más aumentó la intensidad de la quema del gas entre 2016 y 2021 (duplicó los registros anteriores), por arriba de México, Siria, Irán, China y Rusia. Además, es el segundo país de América Latina con más niveles de venteo después de Venezuela. Para las empresas petroleras, que tienen entre sus metas reducir las emisiones de carbono, esto se volvió un problema importante.
Atentos a esta situación, la compañía Unblock Computing propuso una solución que ya se adoptó en Estados Unidos: minar criptomonedas con el gas que sobra de Vaca Muerta, ya que la energía es el principal costo del minado.
“Nosotros tomamos el gas, lo convertimos en electricidad, y como estamos en el medio de la nada, que hace carísimo transportar tanto el gas como la electricidad, transportamos bits. Es decir, generamos poder de cómputo, ya sea para mantener redes criptográficas, como minar bitcoin, o hacer otros procesos muy intensivos en energía, tipo biología computacional, renderizar películas, y pronto, inteligencia artificial”, explica Tomás Ocampo, fundador de la compañía, que se asoció con la empresa estadounidense Crusoe Energy para traer la tecnología al país.
El emprendimiento no solo soluciona un problema que tienen las productoras de petróleo, que no saben qué hacer con el gas asociado, sino que permite a la compañía minar criptomonedas con costos de la energía prácticamente regalados. Para ello, el costo de capital de instalar las máquinas en pleno Vaca Muerta es más alto que, por ejemplo, hacerlo en un galpón en el conurbano bonaerense, ya que las computadoras no están preparadas para soportar el calor de Neuquén o el polvo de los yacimientos petroleros.
“Diseñamos el espacio con las computadoras para que sean lo más seguro posible. Para eso, el costo de capital puede llegar a ser 40% más caro que lo que le cuesta a un minero instalar las máquinas en la localidad de Campana, por ejemplo. Nos cuesta US$1,5 millones el MW, cuando en el conurbano es US$600.000. Sin embargo, la diferencia la hacemos con el costo de la energía y con la seguridad de saber que vamos a tener condiciones de electricidad estables. Contratamos el software de Crusoe, que también nos da el diseño del data center”, explica Ocampo.
La empresa invirtió US$25 millones y construyó dos proyectos de 15 megavatios (MW) en total en los yacimientos Los Toldos II Este (12 MW), de Tecpetrol (grupo Techint), y Loma Jarillosa (3 MW), de Pluspetrol. Entre los inversores hay fondos institucionales de Estados Unidos, como Goldcrest Capital (inversores en SpaceX/Starlink); FJ Labs (mayores inversores en startups de América Latina); Silence VC (fondo climático europeo), y las locales Pampa Energía, de Marcelo Mindlin y Petrocuyo.
LA NACION hizo una recorrida por las instalaciones en el yacimiento de Tecpetrol, en el cual se construyeron 12 centros de datos modular (MDC) o data centers, en contenedores de 12 metros de largo, que consumen cada uno 1 MW, equivalente al consumo eléctrico de 300 casas promedio del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), explica Miranda Marrazzo, a cargo de la ingeniería y las operaciones de Unblock. Se abastecen, a su vez, de ocho generadores eléctricos de 1,5 MW cada uno, que instaló la empresa santafesina Secco.
Los generadores consumen entre 50.000 y 60.000 de metros cúbicos de gas por día (m3/d), que antes la petrolera quemaba en las antorchas, agrega Guido Fridland, chief of staff de la empresa. La reducción de las emisiones que se ahorran con los dos proyectos en marcha equivalen a las emisiones que generan 43.000 autos por día.
“De no ser por el flaring, el petróleo de Vaca Muerta es de bajas emisiones. El flaring nos expone a los impuestos al carbono que están adoptando en Europa y al fee de metano de Estados Unidos. A 2030 el mayor impacto puede ser de US$1000 millones”, dice Ocampo.
Unblock Computing es en su base una compañía de ingeniería dedicada al avance de la inteligencia artificial, cuentan. Desarrollaron sus primeros proyectos sobre la estructura del mantenimiento de redes criptográficas como prueba de concepto. El próximo paso es solucionar desafíos técnicos complejos de comunicación, informáticos y de operaciones, que hagan posible el entrenamiento de la inteligencia artificial a escala usando fuentes de energía de bajas emisiones.
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