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Los espías, la guillotina de Javier Milei y los chats calientes de Mauricio Macri y Santiago Caputo

Javier Milei oficializó esta semana, ya sin pudor ni velo, un proceso que apunta a vigilar, castigar e inspirar temor entre quienes componen La Libertad Avanza y se animen a desafiar el poder que emana desde la Casa Rosada. No solo el suyo, sino el que imparten sus dos brazos ejecutores: la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y su gurú de campaña y ahora parte del triángulo de hierro de la gestión, Santiago Caputo. “El que no se disciplina… ¡afuera!”, repiten los tres. A casi nueve meses de haber asumido su puesto, el Presidente parece admitir las dificultades para mantener la unidad de una fuerza heterogénea. El riesgo de más expulsiones o de fugas mantiene en estado de alerta a un espacio ya de por sí chico, pero los hermanos Milei y su principal asesor dicen que están dispuestos a asumirlo.

“Ustedes tienen que entender que nosotros estamos para obedecer”, les dijo Martín Menem a los diputados del bloque oficialista la semana pasada, cuando una reunión de bloque terminó con intervención de policías y médicos por los gritos y escenas de nervios que se vivieron entre sus miembros. Unos días después, llegó la primera reacción: por disposición de la cúpula del Ejecutivo, el bloque se desprendió de Lourdes Arrieta, la legisladora que filtró los chats por la controversial visita a represores en la cárcel y que apuntó al mismo Menem por la autoría intelectual del encuentro en el penal de Ezeiza.

A esa marginación en la Cámara baja, que dejó al oficialismo con 37 diputados, siguió otra, pero en el Senado. Fue el turno de Francisco Paoltroni. Su salida dejó a La Libertad Avanza con seis legisladores. “Éramos pocos, ahora somos menos”, bromeó uno de sus integrantes. Antes de que se plasmara la orden, hubo miembros de la agrupación que aconsejaron bajar los niveles de confrontación y dejar pasar los incidentes internos para no achicar aún más el peso propio en el Parlamento. No fueron escuchados. Las marginaciones vinieron a demostrar, también, que los jefes libertarios proponen que la afrenta sea pública. La política como espectáculo. Ya lo dijo Milei: en esta época se necesita un poco de show. Es una de las consignas mileístas, por extraño que parezca.

La salida de Paoltroni suma tensión e incertidumbre dentro y fuera de La Libertad Avanza. El senador atribuyó su expulsión a su negativa de votar a favor de la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema. “Si no lo acompañan los propios, si Villarruel hace campaña en contra… ¿qué nos pueden pedir a nosotros?”, deslizan quienes preferirían que no llegue el momento de quedar de un lado o del otro.

El panorama por la designación de Lijo se ensombreció en los últimos días. El oficialismo estaba confiado en que tendría los números. Hasta hace algunas semanas, incluso, sostenía que sobrarían voluntades. Pero las impugnaciones y la visibilidad que tomó el tema en la agenda mediática provocó que hasta el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, expresara sus dudas en algunas charlas reservadas. “Las manos están”, insiste Ricardo Lorenzetti, el verdadero impulsor de su postulación, según reconoció Cúneo Libarona ante los micrófonos de TN.

El nombre de Lijo recoge adhesiones y rechazos de modo transversal en las fuerzas que habitan el Parlamento. Lo entendió pronto el mismo juez federal, que en las últimas semanas se tomó el trabajo de invitar a almorzar o cenar a la mayoría de los 72 senadores para contarles su plan. Muchos asistieron, pero pidieron que no se difundiera el encuentro. Otros desistieron. Y algunos optaron por mandar a algún representante.

“Los votos los vas a tener que juntar vos”, le habría dicho un importante miembro del Gobierno a Lijo frente a la resistencia que hallan en el Senado. Los contactos con el cristinismo, que dispone de 33 senadores, son más que evidentes. Pero, aun cuando Cristina diera el visto bueno, su plantilla resultaría insuficiente. La jefa de Unión por la Patria presiona para ampliar la cantidad de cortesanos. Su nexo es Eduardo De Pedro.

Milei insiste en que, si no es Lijo, tampoco será Manuel García-Mansilla, el otro aspirante. Aunque el proceso amenaza con abrir más heridas en su propio espacio y en el vínculo con Mauricio Macri, quien ya manifestó su oposición a Lijo.

El último intento libertario por controlar los daños internos ocurrió hace unos veinte días, cuando Santiago Caputo convocó a la Casa Rosada a Paoltroni. “Ya sabemos que vas a votar en contra, lo que te pedimos es que no sigas hablando”, le dijo. El senador rebelde subió la apuesta: “Ustedes no están entendiendo. Yo voy a hacer lo imposible para que este tipo no llegue a ser juez de la Corte”. Final de la reunión. Y principio del fin para la permanencia del senador en el bloque.

Lo intuyó rápido el involucrado. Por eso brindó una serie de entrevistas para cargar contra el asesor estrella de Milei. Primero le pidió al Presidente que “lo mande a fumar a un rincón” y luego le aconsejó que “se saque de encima a ese muchachito”. Fue la primera vez que un dirigente de la agrupación arremetió contra Caputo. Después de su presentación, Paoltroni vio que en las redes lo castigaban y le envió un mensaje a sus seis compañeros de bancada: “No se van a juntar para echarme, ¿no?”. Uno de ellos le respondió: “¡Ni locos!”

Pero a las 20.10 del miércoles, cuando Paoltroni estaba por ingresar a una entrevista, uno de sus colaboradores le envió un mensaje al celular. El texto incluía un tuit del Gordo Dan, en el que, además de insultarlo, le avisaba: “Levantá ya tus cosas que te vas”. Paoltroni se volvió a contactar con sus compañeros de bancada para ver si ellos sabían algo. A uno de ellos lo llamó más de diez veces. Ninguno le contestó en el momento. Menos de una hora después, estaba formalmente expulsado. Se enteró por los periodistas.

Paoltroni se reunió el jueves con Victoria Villarruel. Fue la única que intentó contenerlo. “No estoy de acuerdo con que te echen. Contá conmigo”, le dijo la vicepresidenta. Villarruel había recibido una carta de Ezequiel Atauche, el jefe del bloque, en la que pedía la expulsión del formoseño. La vice la rechazó por “improcedente” y le exigió un nuevo texto pero “bien redactado”. En lugar de “solicitar” tenían que poner la palabra “comunicar” porque, le explicó, la expulsión no le corresponde a la Presidencia del cuerpo. Un episodio menor, quizá, en relación a los dislates que se han visto hasta aquí en el Congreso, pero que refleja hasta qué punto muchos legisladores libertarios desconocen cuestiones básicas del funcionamiento.

Aun cuando no había ocurrido esta última expulsión, Mauricio Macri le había pedido el martes a Milei en la cena que compartieron en la Residencia de Olivos que se ocupe mejor de lo que ocurre en el Parlamento y que frene la sangría. Que conduzca y no mire desde la tribuna. Incluso, que conduzca al PRO, como reveló Clarín el domingo pasado, lo que generó cierto desconcierto entre viejos macristas. “Es necesaria la disciplina -pidió Macri-. Basta de tirar bombas y que Lospennato las tenga que correr de atrás”, ejemplificó.

Milei siempre es gentil con el líder del PRO. Al menos en los modos. Le dijo que estaba de acuerdo y que iba a convocar -como luego hizo- a los legisladores más amigables de la oposición para avanzar en la agenda parlamentaria. En Olivos, el anfitrión esperó a su invitado con una respuesta que a Macri le interesaba particularmente: la referida a la SIDE y a los espías que husmearon en sus expedientes judiciales.

“Santiago me explicó que fue un error involuntario”, le dijo el Presidente sobre la participación de un abogado y una abogada vinculados con esa secretaría que intentaron conocer el avance de cuatro causas judiciales -y retirar copias- en las que se había investigado a Macri y a funcionarios del área de inteligencia de su gestión.

Hubo un gran revuelo en el Gobierno por esta cuestión. Macri habría jugado muy fuerte en la cena con Milei, quien le dijo que todo se iba a aclarar. Al otro día, el ingeniero recibió un llamado de Alejandro Cecati, su ex jefe de custodia, que, se supone, le transmitía un mensaje de paz del jefe de la SIDE, Sergio Neiffert. También hubo contactos entre Guillermo Francos y Cristian Ritondo. Y el propio Neiffert habló con Ritondo para llevarle el último mensaje a Macri. “Vos sabés más de estos temas que yo”, le habría dicho, sin dejar muy en claro a qué se refería.

La cosa no terminó ahí, porque Macri quedó insatisfecho con las respuestas. El miércoles mantuvo un diálogo por chat con Santiago Caputo. El ex presidente le envió el artículo de un periodista. “No te hagas eco de esa nota”, le contestó Caputo. El joven le aseguró que el plan original apuntaba a evaluar de los agentes y que en función de eso solicitaron en la Justicia información de las causas donde hubiera espías involucrados. A Macri no le causó ninguna gracia la explicación.

Habló con su abogado, Pablo Lanusse, y le envió un nuevo mensaje a Caputo para pedirle una argumentación técnica. Caputo le prometió que se la enviaría. Macri embarcó el jueves en Ezeiza con destino final a Corea del Sur. Aún esperaba la respuesta.

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