Contrariamente a las promesas de la canciller Diana Mondino ante el Senado argentino, el rabino Axel Wahnish ya está instalado en la más selecta zona de Jerusalén.
Es histórico y polémico que ahí funcione por primera vez la residencia de la República Argentina ante el Estado de Israel. Wahnish no sólo vive ahí como representante del gobierno de Javier Milei: por ahora no va a la Embajada ubicada en Tel Aviv, según averiguó este diario con quienes frecuentan y viven en dicho país.
Más aún, hay una versión, no confirmada en Buenos Aires pero que sí circula en Tel Aviv, de que el embajador querría despedir empleados porque no pueden viajar hasta Jerusalén como él precisa. Y además, como suele viajar de manera seguida a Buenos Aires por problemas de salud de su numerosa familia, al atender en Jerusalén, decidió pasarle todo el peso de la gestión al número dos de la embajada argentina, el diplomático Pablo Harstein. Es inédito.
Fuentes en el gobierno argentino reconocieron que es la Cancillería la que paga el alquiler de la residencia ubicada Benjamin Disraeli 8, a tan solo 15 minutos caminando del hotel más lujoso de Jerusalén, el King David. Por orden de quien fue hasta diciembre el guía espiritual de Milei y ahora es el embajador ante Israel, se dejó de alquilar la residencia en Herzliya. Pero la zona donde se alquiló ahora en la Ciudad Santa es de lo más caro en Israel.
En los debates en la Comisión de Acuerdos del Senado, cuando se discutió de manera trabajosa el pliego del rabino a Embajador, el senador Martín Lousteau le preguntó una y otra vez a Wahnish cómo perjudicaba el reclamo por la soberanía argentina sobre las Malvinas un eventual traslado de la embajada argentina desde Tel Aviv a Jerusalén.
Los senadores no libertarios consideraban que además de irritar a los palestinos -que reclaman el este de Jerusalén como propio- y al mundo árabe y musulmán en medio de la guerra en la Franja de Gaza contra el grupo terrorista Hamas, una decisión así contradice a una resolución de las Naciones Unidas sobre esa ciudad.
Jerusalén tienen un estatus especial concedido por la resolución 478 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que rechazó una ley fundamental israelí de 1980 que había declarado a Jerusalén capital de Israel.
En base a esa resolución, el organismo internacional, y por lo tanto sus miembros, entre ellos la Argentina, no reconocen a Jerusalén como capital de Israel.
Fue el presidente Javier Milei quien, para complacer a premier israelí Benjamín Netanyahu, prometió mudar la embajada Argentina desde Tel Aviv -donde se encuentra desde el inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países, en 1949- a Jerusalén. Milei lo dijo varias veces. Siguió el modelo de Donald Trump, que con dos países de Centroamérica mudaron la embajada de Tel Aviv a Jerusalén debido a su política de alianzas.
Clarín sabe que el gobierno de Arabia Saudita -que por ahora demora el viaje del ministro de Economía Nicolás Caputo al viaje que quería hacer a Ryad para pedir fondos frescos bajo el modelo de Qatar- reclamó contra el eventual traslado del a embajada argentina a Jerusalén. Fue en los días en los que el presidente Milei faltó a un acto en el Centro Islámico de Palermo, en rechazo a la presencia del encargado de la Autoridad Nacional Palestina en Argentina, Riyad M.A. Alhalabi.
Milei, Mondino y Wahnish consideran que la residencia -y en el futuro la embajada- estará en la zona occidental de la ciudad que controlan los israelíes -hay palestinos viviendo en el Este de la misma- pero la resolución sobre la Ciudad Santa de las tres religiones monoteístas la considera bajo estatus especial en toda su magnitud. No hace una distinción occidental y oriental. Mondino prometió no hacer cambios al respecto. Lo hizo en una carta a Lousteau. Pero está ocurriendo lo contrario.
Se realizó en la Embajada Argentina en Israel la presentación del libro “A salvo en tu boca”, libro de poemas y canciones escrito por la cantautora argentino – israelí Mónica Manaker. pic.twitter.com/KnCNfnzLOR
— Argentina en Israel (@argenisrael) July 11, 2024 La misión de Wahnish ante Israel es un tema de preocupación para algunos sectores del Gobierno porque como algunos de los embajadores políticos -el mismo caso se da con el empresario Gerardo Werthein ante Estados Unidos, que sin embargo opera de manera institucional e integral a diferencia del rabino- pone sobre la mesa su relación personal con el Presidente.
Según fuentes bajo extrema condición de anonimato, con eso consiguió que le compraran una camioneta tipo van más adaptable para su familia que para las funciones de la Embajada, que se había quedado sin auto -tenía uno viejo- y sin chofer al instalarse en Jerusalén, desde que presentó cartas credenciales ante el estado hebreo, en junio.
A Werthein, que vive en su propia casa en Washington y no en la residencia -o sea no estaría generando gastos- le aceptaron la compra de una camioneta especial de embajador con todas las seguridades, pero se entiende porque sólo tenía para esa embajada un auto Mercedes Benz. Wahnish se hizo comprar una van.
Los reclamos de los embajadores en momentos en que no hay plata son un problema. El embajador logró que le pagaran a él y a toda su familia los boletos en business cuando tenían derecho a tickets en clase turista. Pero otros se pagan el extra de sus propios bolsillos. Wahnish se llevó a dos personas mayores de 60 años a cargo del cuidado de su casa en Jerusalén y hay dificultades con el visado que exige Israel, y ahora está reclamando que se lo resuelvan.