El árbol de Navidad es uno de los elementos más característicos de la celebración que ahora dejamos atrás. Muchas casas lo colocan en su salón para depositar los regalos en la base del tronco o encender las típicas luces de colores. Por desgracia, este tipo de fechas pasan rápido y, entonces, se plantea una nueva cuestión: ¿qué hacer con el árbol hasta las próximas Navidades?
Por fortuna, a día de hoy, este indispensable navideño se produce de manera artificial y, en muchas ocasiones, se puede montar y desmontar para que no ocupe demasiado espacio cuando no lo queremos guardar en algún lugar. Más problemáticos pueden ser, en cambio, los árboles naturales, aunque parece que el municipio de Gante ha querido aportar una solución alternativa al recomendar a sus ciudadanos que se lo coman.
El municipio, actualmente con una administración de corte ecologista, publicó en su página web un texto invitando a los ganteses a “comerse sus árboles de Navidad”. Argumentaban, para ello, que en la cultura escandinava ha sido frecuente el utilizar las agujas de los abetos para preparar diferentes ingredientes, como un tipo de mantequilla.
A pesar de los posibles beneficios medioambientales de esta medida, la Agencia Federal para la Seguridad de la Cadena Alimentaria (AFSCA) ha respondido asegurando que “los árboles de Navidad no están destinados a entrar en la cadena alimentaria”. “No hay garantía de un consumo seguro de árboles de Navidad tanto para humanos como para animales”, responden en declaraciones recogidas por el medio TF1 Info.
Entre los posibles riesgos que podrían comprometer la salud de quienes siguieran la recomendación del Ayuntamiento de Gante, se encuentra el uso de pesticidas para cultivar este tipo de árboles. “Además, al consumidor tampoco le resulta posible saber si los árboles de Navidad han sido tratados con retardantes de llama -en un proceso que se utiliza para prevenir incendios en los hogares-, los cuales pueden resultar tóxicos. “No saberlo puede tener consecuencias graves o incluso mortales”.
“En resumen”, concluyen desde la Agencia. “Hay muchas razones para no promover o fomentar la reutilización de árboles de Navidad en la cadena alimentaria”. Un mensaje que se ha unido al posicionamiento en contra del Ayuntamiento a raíz de su publicación, y que ha provocado que la administración local acabe modificando el título de su artículo.
Así, si antes en la web del municipio podía leerse Cómete tu árbol de Navidad, ahora el artículo ha pasado a titularse Los escandinavos se comen sus árboles de Navidad. Una corrección que en cierto modo desanimará a muchos a la hora de poner en práctica sus dotes gastronómicas con el abeto, pero que no le ha ahorrado al partido verde de la ciudad la polémica en redes sociales.
No obstante, parece que el debate ha eclipsado otra cuestión puesta sobre la mesa por el municipio, y es el coste ecológico que supone utilizar árboles naturales cuando llega la Navidad. En los países centroeuropeos esto está muy extendido, y solo en Francia, se vencen cerca de 5 millones de árboles al año.
Todos estos árboles acaban convirtiéndose en residuos vegetales que, al contrario de lo que cabría pensar, tardan mucho en descomponerse y perturban el equilibrio ecológico del suelo. Además, el árbol puede portar residuos de otras plantas que tengamos en casa y que pueden hacer que en los bosques proliferen especies invasoras exóticas.
Por ello, cada vez son más los municipios que procuran darle a los abetos una segunda vida y facilitar zonas de recogida específicas, además de imponer sanciones a quienes tiran el árbol donde no toca.