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Mario Caparra: Escribir poesía es como cuidar un jardín, requiere paciencia y fe

Por Facundo Sagardoy

En una época donde la palabra parece a veces perderse entre ruidos y urgencias, la poesía aún resiste como un acto íntimo de siembra, de hospitalidad emocional, de reencuentro con lo esencial.
Así lo entiende el escritor, poeta y máster en Escritura Creativa, Mario Caparra, quien, en diálogo con LA VOZ DEL CHACO, compartió su mirada sobre el oficio poético como refugio y puente en tiempos de crisis.
Caparra sostiene que la poesía no tiene la carga heroica de cambiar el mundo, pero sí la capacidad sutil de «reunir sensibilidades dispersas», de abrir compuertas a la empatía y a la emoción que conmueve sin alarde. La poesía, para él, no grita: «susurra, toca, despierta».
Sobre la escena literaria del Nordeste argentino, el autor rememora las brasas aún encendidas de aquellos fogones poéticos que emergieron en la crisis de 2001. Resistencia y Corrientes -afirma- siguen siendo «territorios fértiles para la autogestión y el hacer colectivo», aunque advierte que la actual efervescencia aún no alcanza aquella fuerza organizativa.
Aún así, observa con esperanza la aparición de nuevos espacios y grupos que, como brotes, comienzan a tramar redes.

-Sin mayor preludio, voy a pasar a la primera pregunta, Mario. Su obra siempre ha dialogado con el humor, la crítica, lo popular. ¿Qué rol cree que tiene la poesía hoy en el contexto de crisis social y política?
-Bueno, para empezar, me encanta que se parta del supuesto de que hay una crisis, porque la hay. Es bastante evidente que la hay. ¿Qué rol le cabe o qué rol no le cabe? Empiezo al revés. Yo creo que no es obligación de la poesía hacer la revolución.
Yo creo que enchufarle a la poesía la responsabilidad de cambiar el mundo, al margen de que efectivamente lo haga, me parece que es demasiado. En cambio, me molesta la poesía panfleto, la poesía demasiado explícita. Incluso cuando está a favor de las mismas causas detrás de las que estoy yo.
Una poesía que defiende los derechos humanos, los derechos laborales o causas LGTB. Si esa poesía es demasiado explícita, demasiado panfletaria y no desacomoda, no mueve conductas, no mueve pensamientos, no mueve el ingenio, no mueve la chispa, es una poesía que está bien que exista, pero a mí no me interesa. Para mí la poesía va por otro lado.
Para mí el rol de la poesía en tiempos de crisis pasa por dos lugares. Por uno que es extratextual y por otro que es textual. Extratextual yo creo que la poesía nos junta. Yo creo que es copado que la gente se junte a leerse. A leerse cosas propias, cosas ajenas, a escucharse, a compartir y a soñar juntos, a proyectar cosas juntas.
Me parece que eso es profundamente político, profundamente humano y profundamente necesario en tiempos de crisis. Y en lo textual me parece que la poesía, y esto sí es su responsabilidad, yo creo que la poesía tiene la capacidad y la necesidad de movernos, de hacernos pensar distinto, de emocionarnos de manera distinta, de mostrarnos cosas que no habíamos visto, de sensibilizarnos. Y eso nos conecta.
Yo creo que la poesía tiene todo que ver con esa apertura, con esa sensibilidad, con esa empatía. Y ese es un rol importantísimo en crisis.

«Prefiero la lectura en papel y el encuentro cara a cara»

-Desde los talleres como Hazme Reír, ahora también Palabrar, ¿qué descubre en quienes hoy se animan a escribir? ¿Cambió algo en las nuevas generaciones?
-Hazme Reír fue una producción mía, idea mía, pero lo coordinaban autores invitados. Y con Palabrar, yo vengo dando talleres hace 20 años, no lo digo con jactancia, pero hace mucho que vengo dando talleres, así que sí puedo hacer por otros lados, tirar unas líneas de cómo evolucionó según yo.
Yo creo que en lo esencial no cambió, y eso es bueno, eso es una noticia buena, porque yo creo que en lo esencial hay curiosidad, hay ganas, hay deseo, hay interés, hay potencia. Por todo lo primero, está esto otro, está la potencia de conocer cosas nuevas, de escribir diferente.
Lo que no hay tanto, pero no estoy seguro de si antes había más, lo que no hay tanto por ahí es ganas de trabajar sobre el propio texto, de corregir. La idea de que la poesía no se corrige es muy vieja, está muy enquistada, y me parece que hasta el día de hoy nos sigue un poco.
Con lo cual suele ocurrir que en mis talleres, en el primer encuentro vienen 15 o 20, y para el cuarto o quinto quedan 9. Porque rápidamente vos te das cuenta que en mis talleres la idea es leer, escribir, socializar, escuchar devoluciones, y corregir, y tratar de potenciar el texto. Pero la gente que todavía no llegó a esa instancia de decir, mi texto puede ser mejor, mi texto puede ser corregido, existe y es mucha todavía.
-¿Cree que la literatura puede seguir siendo una forma de resistencia o se volvió un lujo para pocos?
-Yo creo que la poesía es una forma de resistencia. Lujo para pocos creo que no fue nunca. Estoy tratando de pensar si no me mando alguna burrada histórica. Pero lujo para pocos, claro, porque no la podían pagar o porque no podían comprar los libros. Pero la poesía está en muchísimos lugares.
La poesía está en los juglares, la poesía está en los trovadores, la poesía está en la música. Y la poesía, aunque no hable de la revolución o aunque no hable de las reivindicaciones salariales, aunque no hable de voltear a un gobierno, yo creo que es profundamente político el hecho de estar escribiendo, el hecho de tener un pensamiento, forjarlo, compartirlo, exponerse y juntarse. Y eso, la poesía hace eso y eso es profundamente político y esa es una forma de resistencia.
Y otra cosa más, la poesía es una forma de mantener vivas nuestras memorias. No todas, algunas. Las que de alguna manera sentimos que hasta el día de hoy tienen cosas para decirnos.
La poesía rescata el pensamiento de gente que no está acá para expresar su pensamiento, pero estamos otros para los que esa poesía no es un trabajo de arqueología, no es, bueno, vamos a ver qué pasó. La necesitamos para vivir, es una necesidad vital, vamos a buscarla porque sabemos, muy adentro sabemos, que esas memorias tienen cosas para decirnos acerca de nuestro contexto actual, de nuestro proyecto de vida.
Y estoy hablando de memorias literarias, propiamente dichas, como también estoy hablando de Napalpí, de Rincon Bomba, o también estoy hablando de violencia doméstica, o también estoy hablando de la desaparición en los 70, o también son pequeñas memorias, o grandes memorias, que nos constituyen y nos unen. Vivimos en una época donde lo emocional y lo íntimo se expone masivamente.

«La poesía no cambia
el mundo, pero puede volverlo más habitable»

-Mario, en tiempos donde las redes sociales atraviesan la escritura, y se quiere remarcar, esto usó magíster en Escritura, hiciste una capacitación internacional al respecto, ¿cómo convive con lo digital desde su práctica poética?
-Tenemos un pacto de no agresión. Tenemos una convivencia pacífica. No somos grandes amigos, debo confesar. Tampoco somos enemigos. Convivo con las redes, creo que me llevo bien con ellas. No las utilizó como un medio ni de producción ni de difusión de la poesía. Y, ante la pregunta, me pongo a pensar por qué, y creo que sé por qué.
Creo que es porque las redes imponen un tiempo, imponen un ritmo, un vértigo. Y yo creo que la poesía es otra cosa. Yo creo que la poesía, eso lo decía en mis talleres, es más como un jardín. No suelo comparar con los ambientes laborales que tienen la lógica del vértigo y de la productividad.
Bueno, pero cuando vas a tu casa y regás el jardín, le dedicas otro tiempo. Y la planta para florecer va a tener otro tiempo. Y no todas van a florecer, algunas sí, otras no. Ese tiempo, esa paciencia, es hermoso. Y para mí, la poesía pasa por esos lugares que evidentemente a Instagram se le escapan.
Eso creo, eso pienso y, sin embargo, quedamos en no agredirnos. Promociono mis talleres en las redes, por ahí comparto algunos poemas en las redes, pero me parece que son mejor leídos en un papel, mejor leídos en un libro que en una pantalla.
-La autogestión cultural en el Nordeste tiene una historia potente, mucho más en a quien se hace la entrevista, en usted, Mario. ¿Cómo ve hoy, desde este punto de vista, la escena literaria de la región? Del Chaco, de Corrientes, su relación con el resto del país.
-La producción independiente, autogestiva, de Resistencia, del Chaco, de Corrientes, de Formosa también, hasta donde más o menos, hablo hasta donde más o menos conozco, a mí siempre me pareció conmovedora, me pareció emocionante.
Tuvo momentos mejores y peores, pero siempre me pareció muy activa, muy prolífica y altamente recomendable. Incluso al público que viene de afuera, decirle, mira, acá están los pibes de Charco, vamos a acompañarlos porque son pibes, porque está bueno lo que están haciendo, porque la rompen. Y esto hoy. Y el contexto que estamos hablando es un contexto de crisis.
El contexto de crisis más profundo que yo recuerdo antes de este es el de 2001, calculo que estamos medio a acuerdo hoy. ¿Y vos te acordás la movida cultural que tenía Resistencia en ese contexto de crisis? En ese contexto de crisis yo me acuerdo fácil, fácilmente que estaba, y estoy haciendo, hincapié solamente en lo literario, pero estaban los chicos de Cuna, estaban los chicos de Cospel, estábamos nosotros con Ananga, estaba la revista La Sueñera, estaba la revista Dibujarnos de Nuevo, que era de filosofía.
Había un montón de grupos formados o formándose porque justamente de eso se trata, justamente ahí es donde viene la poesía, a usar una palabra que a mí no me gusta, a sanar, a reunir, a encontrar, a preservar lo que haya que preservar. No todo merece ser preservado, pero la poesía preserva cosas, del olvido, de la destrucción, del saqueo.
Yo creo que todavía no se formó en esta crisis actual, no se formó la suficiente cantidad de grupos como para equipararla con la que había en 2001 acá en Resistencia. Yo creo que no se formó, hay unos cuantos que están formados o que están formándose porque yo vi que hay un grupo de emprendedoras y creativas que están trabajando en el chalé Perrando, yo vi varios espectáculos en distintos bares culturales de la ciudad, pero me parece que son poquitos y sin embargo siento que son muchísimos los que están por ser.
Me parece que es todo relativamente nuevo, nos estamos acomodando, pero me parece que hay muchas iniciativas que están creciendo.

«La poesía es una forma de resistencia»

-¿Qué le interesa contar sobre la vida cotidiana en tu pueblo?
-Absolutamente nada. No sé, cuando vi esa pregunta estaba pensando cosas creativas para decir y después decidí ir por la solapada, ir por la que es. Y la que es, es esta.
En un taller que compartimos con Orlando Van Bredam, él nos dio una idea que a mí me parece que la tomé como mía, la hice propia. Y es la idea de que en todos lados está la potencia de la poesía, en todos lados está el milagro de la poesía, el insumo de la poesía.
La poesía está en la mirada poética. Si vos salís a mirar con ganas de encontrar, vas buscando, si vos salís a pasear por la ciudad con las orejas abiertas, con los ojos abiertos, vas a encontrar un montón de material para hacer poesía. Después está el poeta, que el poeta es el que sabe ver, el que sabe oír esas voces, el que logra oír esas voces y transmutarla en algo que sea una experiencia estética para los demás.
-Muchos de tus textos combinan ternura con ironía. ¿Es una estrategia poética para decir lo que cuesta nombrar?
-Sí. Es una estrategia para decir lo que no se puede decir, no a la manera de los místicos y no a la manera de Juan Gelman cuando habla del exilio, que también es una rama rara de la poesía mística. Yo creo que hay cosas que no pueden ser dichas sin ser profundamente shockeantes, profundamente desagradables, profundamente decepcionantes.
Yo creo que cuando yo mezclo los hechos aberrantes con una mirada, no sé si tierna, ojalá tierna, pero lo atravieso por la mirada del humor, por la ironía, por la crítica, por la burla, por el absurdo, lo que trato de hacer es hacer digeribles algunas, poner en el paño de la discusión algunas discusiones que de otra manera serían inaguantables, serían intolerables, indigeribles. Para eso uso ese recurso.
-En una Argentina atravesada por discursos de odio, ¿cómo responde la palabra poética sin caer en solemnidades, panfletos?
-Con creatividad. Con creatividad, con ingenio. Es raro, hay una respuesta individual y una respuesta colectiva, y te invito a pensar, o a quien esté del otro lado, si en el fondo no son la misma. A mí me parece que la respuesta de la poesía tiene que ver con un adentro, un adentro donde están los propios temores, las vulnerabilidades, las fragilidades que son propias, que son difíciles de transferir.
Y, sin embargo, creo también que cuando la poesía va para esos lados y se vuelve una voz más personal, más auténtica, más genuina, es cuando tiene mejores posibilidades de conectar con las de los demás, con la escucha de los demás. Porque me parece que, justamente lo que decía hoy más temprano, la poesía no es un discurso que va de manera directa.
La poesía a lo mejor te dice eso mismo, pero te lo dice tomando 80 caminos equivocados, laterales, oscuros, periféricos, de forma tal de desacomodar tu mirada, desacomodar tu pensamiento, emocionarte desde otro lugar. Y creo que por ahí va la cosa, entre lo individual y lo colectivo, en un movimiento que parece que es para distintos lados, para lugares contrapuestos, y no estoy tan seguro de que sean contrapuestos.
-¿Qué opina del lugar que se le da, o no se le da, a los escritores del interior, en los medios o circuitos editoriales nacionales?
-Conozco a los escritores del interior de nuestra provincia un poco menos de lo que querría. Puedo decir esto en relación con eso, no estoy seguro de que los lugares se deban «dar». Si nos lo dan, eso es buenísimo.
Si hay un sello editorial, si hay un panel de difusión de poesía en medios, eso es brutal, eso es fantástico. Esto que está pasando en esta mesa es fantástico. Pero los lugares, si no te los dan, la poesía los toma, la poesía los ocupa. Acabamos de decir que la poesía está. No tenés un sello editorial que esté interesado en lo que vos escribís, pero creéis que lo que vos escribís está bueno, porque te está leyendo, te está escribiendo, te está corrigiendo, te juntás con alguien y le mostrás y están de acuerdo los dos, y esos dos se juntan con otros dos y entre los cuatro financian una revista.
Y con otras revistas financian dos libros. Nosotros cuando hicimos el Ananga, el taller Ananga Ranga, ya por los 2000, 2001, que se yo, empezamos así, empezamos de hecho con una consigna incluso más modesta. Éramos tres tipos que escribíamos, queríamos juntarnos, leer, escribir y beber. El plan era ese. Y nos juntábamos, leíamos, escribíamos, corrigíamos y durante todo el proceso casi siempre eran bares culturales.
Así que brindábamos y la pasábamos muy bien hasta que nos producimos y dijimos bueno, vamos a sacar un libro. ¿Cuánto puede costar hacer un libro? Lo baqueamos entre todos, hacemos una pre-venta, hacemos una rifa, le buscamos la vuelta, sacamos un libro y vamos a tratar, vamos a esforzarnos para que este libro sirva para financiar el que sigue. Y si sobra plata, nos la comemos y nos la bebemos. Y si no sobra plata, ponemos en nuestro bolsillo lo que falte.
Pero cada libro tiene que alcanzar para publicar el que viene después. Y con esa lógica se publicaron casi 100. Aunque la mayor parte de eso después lo hizo Tony Zalazar en Corrientes, por su parte, digamos. Pero me parece que la respuesta a tu pregunta es si los espacios no te los dan, los espacios los tomás, la poesía los toma.

«No tenemos que permitir que estos tiempos nos vuelvan menos humanos»

-¿Qué le moviliza actualmente como lector? ¿Hay autores que se sienten cercanos a tu sensibilidad y a tu manera de decir?
-¿Que ellos se sienten cercanos o que yo me siento cercano a la de ellos? Bueno, voy a decir algo a contrapelo, porque podría decir mil cosas que ahora estarían como… Te puedo decir el ingenio, la inventiva, la creatividad, que son cosas que me hacen muy feliz en un texto, pero que en este momento me parece que hay cierto consenso al respecto.
Yo voy a ir por el otro lado y te voy a decir con igual honestidad la música. Yo no sé si existe poesía sin música y si me apuras, no. No, no existe. Cuando digo música no estoy hablando de la música de la poesía tradicional, no estoy hablando de versos simétricos y rimados, pero estoy hablando de las 10 mil estrategias que tiene la poesía para configurarse como un hecho sonoro, como un hecho musical, al mar, independientemente de la métrica y de la rima.
Estoy hablando de las figuras de repetición, de las anáforas, de las literaciones, qué sé yo, y estoy hablando de la distribución de los acentos adentro del verso. Eso hace que una música esté escondida. Idea Vilariño tiene un trabajo hermoso sobre eso, donde empieza a analizar adentro del verso libre dónde pone el acento en cada verso Neruda, dónde pone el acento en cada verso Lorca, qué sé yo.
Me parece que la búsqueda va para ese lado. Y para que la respuesta que te doy tenga relación con eso que te estoy diciendo, yo me identifico mucho con Susana Thénon, yo me identifico mucho con Wislawa Szymborska, yo me identifico con 10 mil millones de poetas. Pero para que la respuesta cierre mejor con esto que acabo de decir, hay dos autores que encontraron vueltas muy copadas para el endecasílabo adentro de un lenguaje actual.
Uno es Pedro Mairal, que acaba de sacarnos, que sacó recientemente una novela en sonetos que no podés creer lo que es, es maravilloso. Y el otro es Luis Tedesco, que es un poeta quizás de otra generación, porque estará en sus 70 ya, Tedesco. Pero… hace unos poemas largos, políticos, hermosos, con unas imágenes increíblemente creativas. Y en algún momento dado, no sé cómo, dejas de darte cuenta de que lo que el tipo te está metiendo es endecasílabo tras endecasílabo, con algún 7 por ahí, cada tanto, porque el 11 y el 7 van bien.
Yo creo que la música es clave. Bueno, Mariano Blatt tiene otra música, sin endecasílabos, Mariano Blatt tiene una música basada en el ritmo, en la repetición, en machacar algunos acentos, algunos estribillos, y el trabajo musical de Blatt a mí me encanta. Me gusta por otras cosas, pero me parece que el trabajo musical de Blatt es impecable.
-En un país donde el lenguaje mismo es un campo de disputa, ¿cómo cuida la palabra en sus textos? ¿Qué le preocupa cuando escribe?
-Me preocupan muchísimas cosas. Me preocupa mucho, acá me pongo íntimo, me preocupa mucho cuando mis textos, alguna vez me pasó, cuando mis textos dan pie a ser utilizados, voy a decir en términos muy genéricos, por el enemigo.
En este caso, no sé si hay exactamente un enemigo, pero sí sé que hay una serie de causas en las que yo confío, que yo le pongo el cuerpo, que yo acompaño, y hay una serie de textos que publiqué alguna vez que podrían producir la ilusión de que les sirven a los que están contra esas causas, o que fueron escritos, pensados, cierta clase de afinidad mía con quienes justamente no poseo ninguna o me gustaría no poseer ninguna.
Entonces hago ese cuidado, hago esa lectura política y voy a confesar algo más. Esto es una confesión rara, no está muy metido adentro de los… Los buenos escritores no hacen estas cosas, sería el… Pero yo, antes de publicar un libro, someto el texto a la mirada de dos o tres personas en las que yo confío, y siempre me… siempre me importa que esas dos o tres personas sean distintas entre sí y sobre todo distintas de mí.
Entonces… Tengo amigas que pueden aportar una mirada y me dicen, che, mirá, este texto, desde una perspectiva de género, puede generar tal o cual cosa, un ruidito, se puede interpretar así, mirálo. La última palabra la tiene el autor, el tipo, yo estoy escribiendo el libro y yo decido si le doy curso, si me parece una opción válida o no. Pero yo someto los textos a esa mirada, trato de cuidar hasta la última palabra, cuándo escribo, cuándo corrijo, cuando muestro y cuando vuelvo a corregir. Y después salen los libros e igual tienen errores.
-¿Qué le diría a quien hoy siente que la poesía ya no tiene sentido?
-Que lea poesía. ¿Cómo llegó a esa conclusión? Lo primero que le preguntaría es cómo llegó a esa conclusión. No, vamos desde más atrás. La poesía no tiene por qué gustarle a todo el mundo. Yo lo que suelo proponer como un modelo de vida copado es que cada uno encuentre con qué pero que todos tenemos que estar abiertos a conmovernos.
Yo creo que ahí está lo mágico de la poesía, conmovernos, volvernos vulnerables, conectar con nuestros miedos, con nuestros temores, con nuestros sueños, con nuestras apuestas a futuro, con nuestras posibilidades de construir con el vecino y con el sodero. No creo que no existe más el sodero. Pero si la poesía no te conduce a eso es difícil llegar a esa conclusión porque hay que ver qué leíste para llegar ahí.
Yo tengo secretamente la esperanza de que hay distintos libros y siempre hay uno para cada lector. ¿La poesía no te produjo? Bueno, pero espera, dale otra oportunidad. ¿Qué leíste? Esto. Bueno, leeste otro. Vamos a darle dos o tres chances. Pero puede ser que no, puede ser que no sea la poesía. Lo único que le diría es dejate conmover por la música, por la plástica, por el contacto humano. Dejate conmover. Hay que tratar de ser… No tenemos que permitir que estos tiempos nos vuelvan menos humanos. Y bueno, la poesía es un camino.

Muchas gracias, Mario.

Muchas gracias, Facundo.

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