El presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció el domingo que bloquearía los vuelos militares de deportación provenientes de Estados Unidos que transporten migrantes colombianos.
A través de una publicación en X, Petro expresó que “Estados Unidos no puede tratar a los migrantes colombianos como criminales” y agregó que el gobierno de Washington debería establecer un protocolo que “trate a los migrantes con dignidad”.
Este rechazo forma parte de una creciente ola de descontento por parte de sectores progresistas en América Latina respecto a las políticas de deportación masiva impulsadas por la flamante administración del presidente estadounidense Donald Trump.
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Petro, quien ha sido crítico con las eficientes políticas migratorias de Trump, subrayó que Colombia generalmente acepta vuelos de deportación, pero dejó en claro que el trato de los migrantes debe mejorar.
Esta declaración también resalta los desafíos que enfrenta la administración de Trump al intentar aumentar las deportaciones y lograr que ciertos países acepten de regreso a sus ciudadanos.
Durante la noche, dos vuelos militares de deportación fueron rechazados por Colombia, según un rastreador de vuelos, lo que señala una postura más reacia por parte de Petro en cuanto a la cooperación con las deportaciones.
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Las políticas de deportación masiva de Trump han generado una creciente inquietud en varios países latinoamericanos. Además de Colombia, Brasil también expresó su preocupación.
Durante años, masivos flujos de migrantes indocumentados ingresaron de forma ilegal a los Estados Unidos, con la complicidad de los gobiernos de tinte socialista en Latinoamérica. Ante la llegada de una nueva administración republicana, los intereses de mandatarios como Lula y Petro parecen haberse visto afectados.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil indicó el sábado que exigirá explicaciones al gobierno de Estados Unidos sobre el supuesto “trato degradante” de los brasileños en un vuelo de deportación.
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México, por su parte, también rechazó un vuelo de deportación militar el viernes, señalando su postura contra el trato hacia los migrantes en vuelos de este tipo. Si bien México mantiene una buena relación con Estados Unidos y suele colaborar en una amplia gama de temas, incluido el control migratorio, su gobierno también ha expresado que no acepta el trato que se les da a sus ciudadanos en las deportaciones.
La administración Trump busca lograr que los países de América Latina cooperen en la repatriación de sus ciudadanos deportados, pero la falta de acuerdos claros y la resistencia de algunos gobiernos, como el de Colombia, dificultan este proceso.
Además, algunos países con los que Estados Unidos mantiene relaciones tensas, como Venezuela, también presentan grandes dificultades para aceptar la devolución de sus nacionales.
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En el caso de Colombia, el gobierno ha dejado la puerta abierta para recibir migrantes en el futuro, pero solo bajo mejores condiciones según Bogotá. Petro instó a Estados Unidos a establecer protocolos más adecuados para el trato de los migrantes.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue presionando a otros países de América Latina, como México y Guatemala, para que acepten vuelos de repatriación. En un reciente ejemplo, Estados Unidos devolvió migrantes a Guatemala mediante vuelos militares, mientras que también continúa buscando que México repatríe a sus ciudadanos.
A pesar de estas presiones, México se ha mostrado reacio a aceptar vuelos de deportación cuando considera que el trato a los migrantes es inapropiado.
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Funcionarios de la administración Trump han argumentado que ahora están mejor preparados para manejar la situación y que buscan involucrar a sus aliados de manera más enérgica.
Sin embargo, la creciente resistencia de varios países latinoamericanos pone de relieve las dificultades que enfrentan las políticas migratorias de la administración Trump, especialmente cuando se trata de lograr la cooperación de naciones clave en la región.
El rechazo de Colombia y otros países latinoamericanos a los vuelos de deportación de Estados Unidos refleja un creciente malestar de algunos líderes izquierdistas sobre las políticas migratorias de la administración Trump.
Frente a las trabas puestas por el gobierno colombiano, la embajada estadounidense en Bogotá anunció recientemente que cerrará su sección de visas hasta nuevo aviso, marcando una escalada en la tensión diplomática entre ambos países.
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